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domingo, 24 de noviembre de 2019


Propuesta


Presentado por:

Kelly Paola Cortés Yasno
Id: 639256

Angie Paola Castañeda Rovis
ID. 606313
Fabio Andrés Barreiro Arcos
Id: 587818

Presentado a:

Docente: Carlos Alberto Mejía Botello
Nrc: 5972



Corporación Universitaria Minuto de Dios “uniminuto”
Neiva– Huila
2019






Contexto identificado:

La Familia Cortes, es una familia del municipio de Rivera, en ella la conforman los padres, Gustavo y Luz Torres y sus tres hijos, Alexander, Cindy y Juliana de 24, 19 y 17 años respectivamente.
El ambiente de la familia en si es pesado, en el sentido de que se presentan discusiones frecuentemente entre los hermanos, la madre y el padre, por cosas que a veces no tienen sentido generar un pleito; específicamente Armando como es el menor de la familia, es el más consentido, y por eso los otros hermanos le tienen rabia, porque no le ha tocado vivir situaciones difíciles como sus hermanos mayores, y la madre siempre le halla la razón en casi todo, además es el más grosero con la mama y aun así ella lo consiente, el chico tiene habilidad para manipular a la madre para ponerla en contra de sus otros hermanos,  ese es un caso.
Por otro lado el papa es un viejo canalla, que no ha dado ejemplo a sus hijos, en sí, es un muérgano que no sabe hacer nada en lo respectivo a los oficios de la casa, lo único bueno que se rescata de él es que trabaja pero al igual no colabora mucho con las responsabilidades de la casa, siempre se atiene a que le hagan todo, eso no se ve bien para una persona, porque hoy en día las personas deben aprender a sobrevivir en todos los aspectos del diario vivir, me refiero a lavar, cocinar, mejor dicho ser independiente en esos aspectos.
Parte de este conflicto familiar se debe a que la madre, trabaja todos los días desde hace más de 15 años, por lo que a los chicos les ha tocado aprender a hacer las cosas por si solos, pero en realidad ese tiempo que la madre gasta o ha estado en el trabajo, y ellos en casa, en ese lapso de tiempo entre los hermanos se reparten las responsabilidad pero no hay autoridad en si, por lo que son chicos y siempre se generan conflictos por ese motivo.

Propuesta:
Terapia De Familia
Justificación:
Esta propuesta de terapia en familia es para que los integrantes de la familia den a conocer sus diferentes puntos de vista, lo que piensan de cada uno, con el fin de llegar conocer los defectos de cada uno y a mejorar esos comportamientos los cuales son los que generan el conflicto.
Descripción:
Este conflicto es de tipo intrafamiliar, compuesto por los padres y tres hijos; entre los factores sociales, en el entorno se caracteriza por que se ha visto varios casos del mismo problema, por lo que se debería hacer una campaña para mejorar la convivencia familiar, esta se puede realizar con la comisaria de familia, o institutos benefactores.


Formulación
La propuesta está diseñada para que el conflicto finalice o se mejore en tres o de tres a cinco fases, con una sesión por semana.
Primera fase: convocar una reunión familiar para conocer la opinión de cada uno respecto a sus parientes, interrogándolos a cada uno en privado, y haciéndoles comprometes que van a cambiar su forma de pensar y actuar frente a la solución del conflicto.
Segunda fase: de acuerdo al análisis de la primera fase, hablar con cada integrante e implementar la estrategia de cara a cara frente a cada uno para hacer otro análisis respecto a lo que piensan de cada uno.
Tercera fase: realizar una actividad familiar en la que los integrantes puedan compartir entre ellos y se olviden de las diferencias de cada uno. Por ejemplo, una cena, o ir al parque de diversiones entre otras.
Cuarta fase: tratar de que la familia determine y se repartan las responsabilidades del hogar sin tener que reprochar por la misma, porque para ello aceptaron el compromiso.

Consideraciones:
Determinar en la finalización de las fases por parte de los elaboradores de la propuesta hacia los actores si se sienten satisfechos con la estrategia implementada, de lo contrario se tienen que buscar otras para poder responder ante la solución del conflicto.
Anexos:

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Cuento
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Me casé muy joven con el amor de mi vida. Es la mujer más maravillosa que existe y somos felices juntos, pero a veces, como cualquier pareja, discutimos. Nos casamos cuando apenas cumplíamos veintiún años, estábamos enamorados, pero éramos muy inmaduros. Tuvimos que crecer estando juntos y eso nos llevó, muchas veces, a enfrentarnos y pelear. 
Comenzábamos discutiendo cualquier asunto cotidiano y terminábamos recriminándonos errores pasados, mezclando un argumento con otro, enredando la situación hasta hacerla insostenible. Para mí era fundamental hacer que ella comprendiera mi punto de vista; también quería, a toda costa, que fuera ella la que se acercara a mí y me pidiera disculpas. El orgullo se convertía rápidamente en una barrera que nos separaba. 
Un día, luego de una tremenda pelea, fui a casa de mis padres para darnos un espacio e intentar pensar con claridad. Sentía que ya no podíamos estar en el mismo espacio y ella creía lo mismo.
Pasé algunas noches con mamá y papá, sin hablar demasiado de lo ocurrido, e incluso llegué a pensar que lo mejor era separarnos para dejar de hacernos daño. Pero entonces sucedió. Mi madre vino a mí, se acercó y me apretó en sus brazos como cuando era niño. Por un rato no hablamos y luego, así no más, me dijo: "Ella no es tu enemigo, es el amor de tu vida. No importa cuál sea el asunto, no importa qué tan grave sea un problema, ella es la persona más importante para ti, la que elegiste para compartirlo todo. No hay nada que justifique que no le hables con amor". 
Entonces entendí que todo ese tiempo había estado poniendo mi orgullo por encima de mi amor, que cada palabra hiriente que nos decíamos me dolía profundamente porque lastimaba el vínculo sagrado que juramos mantener.
Claro que seguimos discutiendo. Construir un proyecto de vida con alguien es uno de los retos más grandes que puede asumir una persona, y siempre habrá obstáculos y desacuerdos. Pero ahora, cada vez que está a punto de detonarse la pelea, la miro y algo en mí recuerda que es el amor de mi vida y que nada justifica que le haga daño. Mi esposa no es un oponente, es mi equipo, mi soporte, el amor más grande que conoceré, y nada justifica que no le hable con amor. 
Me casé muy joven con el amor de mi vida. Es la mujer más maravillosa que existe y somos felices juntos, pero a veces, como cualquier pareja, discutimos. Nos casamos cuando apenas cumplíamos veintiún años, estábamos enamorados, pero éramos muy inmaduros. Tuvimos que crecer estando juntos y eso nos llevó, muchas veces, a enfrentarnos y pelear. 
Comenzábamos discutiendo cualquier asunto cotidiano y terminábamos recriminándonos errores pasados, mezclando un argumento con otro, enredando la situación hasta hacerla insostenible. Para mí era fundamental hacer que ella comprendiera mi punto de vista; también quería, a toda costa, que fuera ella la que se acercara a mí y me pidiera disculpas. El orgullo se convertía rápidamente en una barrera que nos separaba. 
Un día, luego de una tremenda pelea, fui a casa de mis padres para darnos un espacio e intentar pensar con claridad. Sentía que ya no podíamos estar en el mismo espacio y ella creía lo mismo.
Pasé algunas noches con mamá y papá, sin hablar demasiado de lo ocurrido, e incluso llegué a pensar que lo mejor era separarnos para dejar de hacernos daño. Pero entonces sucedió. Mi madre vino a mí, se acercó y me apretó en sus brazos como cuando era niño. Por un rato no hablamos y luego, así no más, me dijo: "Ella no es tu enemigo, es el amor de tu vida. No importa cuál sea el asunto, no importa qué tan grave sea un problema, ella es la persona más importante para ti, la que elegiste para compartirlo todo. No hay nada que justifique que no le hables con amor". 
Entonces entendí que todo ese tiempo había estado poniendo mi orgullo por encima de mi amor, que cada palabra hiriente que nos decíamos me dolía profundamente porque lastimaba el vínculo sagrado que juramos mantener.
Claro que seguimos discutiendo. Construir un proyecto de vida con alguien es uno de los retos más grandes que puede asumir una persona, y siempre habrá obstáculos y desacuerdos. Pero ahora, cada vez que está a punto de detonarse la pelea, la miro y algo en mí recuerda que es el amor de mi vida y que nada justifica que le haga daño. Mi esposa no es un oponente, es mi equipo, mi soporte, el amor más grande que conoceré, y nada justifica que no le hable con amor. 





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